martes, 10 de noviembre de 2009

ANATOMÍA.

Soy como un árbol seco
estoy vacía como el abismo
solo la tierra que cubre mis sentidos
mis ojos no tienen luz
mi mirada está en el limbo
se escapó el llanto
seco también mi camino.

Mis labios entrelazados
no sonríen, no hacen daño
la risa se ha congelado
porque no hay besos para calmarlos,
ni caricias para tocarlos,
ni un sonido para gritar,
lo mucho que aun te amo.

Mis brazos no tienen fuerzas
se han quedado como muertos
porque no tiene a quien
abrazar, a quien apretar en el pecho
para sentir los latidos
de un corazón lento por el sufrimiento.

Mis manos temblorosas y frías
Mis dedos como huesos sin vida
ya no se enredan en tu cabello
ya tu cara no acarician
los tengo como un adorno
porque usarlos ya no puedo
se lo mucho que te extrañan
porque con su tacto te
dormías en mi cama.

No me importa la luz del día
ni que el viento me de brisa
solo en mi cuerpo el calor
de tu lujuria,
la soledad es mi dulce compañía
la oscuridad de la noche
viéndome desnuda,
así me mirabas tú
y tu fuego se encendía,
el frío ya ni lo siento,
no quiero ninguna luna.
En un rincón sentada
huyéndole a las estrellas
porque su brillo me enfada
mis piernas por primera vez cerradas,
como niña arrodillada,
esperando que el castigo
de no estar ya más contigo
se acabe por un minuto,
y que mi alma se alivie
es mucho lo que ha sufrido,
y volver a ver tu rostro
es recuperar al mundo.

Autora: Carmen L. Rosa.

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